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Microlecciones de Psicología que nos da Juego de Tronos

Medieval stronghold

Padres, madres, indefensión

 

MICROLECCIÓN 1:

Perder la sensación de que uno puede hacer algo por mejorar, acaba llevando a la pasividad y la depresión.

La indefensión aprendida es el resultado del aprendizaje de que por mucho que se haga, uno/a no tiene influencia para cambiar su situación y evitar un daño. El hecho de vivirse repetidamente como impotente es una vía que lleva a la persona a la pasividad, la desmotivación, las dificultades de aprendizaje y finalmente a la depresión. El personaje de Sansa Stark por ejemplo, es sometida a diferentes situaciones dolorosas, que vive pasivamente, hasta el punto de aparecer durante largo tiempo abrumada por el dolor y la tristeza. Sus intentos tímidos por adaptarse obtienen como respuesta más castigo y más dolor. Y parece instalarse en una sintomatología depresiva, dada la dificultad de hacer el duelo no sólo por la muerte de su padre, si no por la destrucción del que ha sido su mundo hasta el momento. Atrapada en ese dolor permanece casi en el mutismo. Cuando se le presentan oportunidades para mejorar su situación a través de la ayuda de Tyrion no confía y no las toma, permaneciendo inflexiblemente adherida al dolor y la pasividad. En contraposición el personaje de su hermana Arya toma una actitud activa y lucha sea la dificultad que sea. Aunque con un cierto anclaje en el motor que le proporciona la venganza, su estado de ánimo es muy diferente al de Sansa y en ningún momento se percibe que pierda la esperanza en sus propias posibilidades.

 

MICROLECCIÓN 2:

La excesiva fusión con la madre da como fruto la patología.

Los padres son la puerta de entrada al mundo para un hijo/a. Una  relación sana implica un maternaje en cuanto a cuidados físicos especialmente intenso durante los primeros años y más aún durante los primeros meses de vida. Esto significa que durante los primeros meses la atención de los padres a las necesidades del niño/a es muy grande, proporcionándole una rápida respuesta. En ese sentido cobra mucha importancia la lectura que suele hacer la madre (o la persona que cumpla esas funciones) de los estados del bebé. La capacidad de reverie: esa buena lectura de lo que al niño le pasa, por qué llora o qué quiere, para así responder adecuadamente. Pero estos cuidados deben ir descendiendo con el paso del tiempo, demorándose, lo que hace que el niño/a se enfrente a las necesarias frustraciones que le irán enseñando sus limitaciones, e irán rebajando la narcisización ya que los primeros años, el niño se encuentra bajo una burbuja de omnipotencia, en la que todo lo consigue, ve satisfechas sus necesidades rápidamente y es puesto en el centro de la vida familiar. Sin esa demora, en la gratificación y esa separación poco a poco de la madre, las posibilidades de patología aumentan, desde las más leves como la ansiedad de separación a las más graves como las estructuras perversas o psicóticas. Medieval stronghold

En ese sentido la serie ofrece algunos casos claramente patológicos, como por ejemplo la sobreprotección que proporciona Lysa Tully a su hijo Robert en el nido de Águilas. Robert muestra una gran dependencia de su madre así como una clara infantilización, de la que son muestra las rabietas que tiene en ocasiones. Enfermizo y con poca tolerancia a la frustración, parece no haber desarrollado un pensamiento propio, muy apegado a los valores que se le transmiten y en especial al pensamiento de la madre. Otro caso paradigmático es la relación que se puede intuir entre Cersei y su hijo primogénito Joffrey. Dados los rasgos perversos que muestra Joffrey se puede colegir que algo ha fallado en esa relación con la madre. Algunos rasgos en Cersei nos pueden hacer pensar en el establecimiento de una relación de seducción temprana con Joffrey, una seducción obviamente inconsciente. Por un lado es una mujer que ya ha transgredido la ley del incesto, una ley básica que ha permitido al ser humano dar el paso del mundo animal a la civilización y la cultura. Por otro, es una mujer insatisfecha con su marido, Robert Baratheon, y encuentra en Joffrey una manera de llenar ese hueco de instatisfacción y obtener la completud. La figura del padre se desdibuja y pierde peso, él, su palabra y lo que simboliza. De tal manera que aunque algunos de estos aspectos no llegan a verse explícitamente, sí se ven los contundentes resultados en la personalidad de Joffrey, conformando una personalidad en la que más que respetar la ley, él se instaura como única ley, tratando a los demás como marionetas de su propiedad y con una sexualidad en la que el sadismo y la violencia juegan un papel preponderante. Aspectos estos, típicos de las estructuras perversas. Recordemos el caso de Fritzl, el llamado “monstruo de Amstetten” que saltó a los medios en el 2008. Un tipo, incapaz de sentir remordimientos que mantuvo secuestrada a su propia hija durante 24 años y a los hijos que tuvo con ella y a los que sometió a todo tipo de abusos durante el cautiverio.

 

MICROLECCIÓN 3:

Lo característico de la familia del neurótico: que los hijos/as lleguen a donde no llegaron los padres.

Mientras que en las familias de personas con psicosis el mito familiar, es decir lo que está en la atmósfera de la familia es que el hijo/a no haga nada que no tenga previsto la madre. En las “familias neuróticas” se respeta un poco más la “otredad” (que el otro, el hijo/a es diferente y tiene deseos, pensamientos, valores que no son los de los progenitores). Sin embargo hay el deseo inconsciente de que lleguen a realizar aquello que los padres no pudieron. Estudiar, ir a la universidad, hacer tal o cual deporte. En una especie de mandato solapado en la que se lanza a los hijos a cumplir con los deseos de los padres. De esto se tendrá que sacudir el niño/a en su desarrollo para no quedar atrapado. Y ver qué parte sí acepta como suya, en el sentido de que encaja con lo que es, lo que siente y lo que piensa.  Y cuál le han inoculado pero no es coherente con lo que él es.

Los modelos de padre que se van viendo a través de la serie no suelen respetar lo que hemos llamado antes la “otredad”. Padres duros que no permiten la separación de los valores que ellos han asumido. Y que si el hijo se aparta excesivamente lo repudian, como en el caso de Samwell Tarly, que acaba en el muro por no corresponderse con el ideal de hijo que tenía su padre. En una sociedad rígida y jerarquizada, poco porosa, en la que las tradiciones son importantes, el respeto al otro como individuo diferente cae al mínimo. Teniendo que adaptarse el recién llegado al traje o al papel que le ha tocado. En nuestra sociedad, que es obviamente más respetuosa con la diferencia que las que forman la serie , sin embargo no es difícil encontrar personas que siguen en cierta medida bajo el  yugo de las expectativas más o menos conscientes de los padres. Otras veces  lo que ocurre es que ese yugo sigue presente de manera menos evidente. Los hijos, al verse excesivamente presionados por el pensamiento de los padres, sin haber podido hacer una identificación con sus valores o parte de ellos,  pueden tener reacciones intensas de separación. Y pueden derivar en justo lo contrario. Encarnar los valores opuestos, como situándose en el polo contrario del ideal de hijo que cayó sobre ellos. Esto puede pasar, por ej. en personas que se implican en una opción política radicalmente distinta a la de los padres, o viviendo una manera de vida opuesta a la de ellos. Como en un intento sobreactuado de encontrar su propio espacio, su individualidad, que no fue respetada durante años. Serían casos en los que aunque aparentemente la persona ha escapado a los mandatos paternos, la influencia de éstos la podemos ver en cómo las personas, condicionados por estos mandatos, tuvieron que construirse tan alejadas de los valores de los padres, en un crecimiento que podríamos llamar defensivo, como defendiéndose y no tanto como fruto de sus propias tendencias. No es el mismo crecimiento el que se da en una mayor libertad, que condicionado por no ser como son otros.

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