LA PSICONEUROINMUNOLOGÍA, O MÁS SENCILLO: LA IMPORTANCIA DE LOS HÁBITOS DE VIDA SALUDABLES
Autora: Leticia R. Sánchez de Lerín
La psiconeuroinmunología (PNI) es un enfoque científico que estudia las relaciones entre los distintos sistemas que componen el cuerpo humano a través de los procesos fisiológicos y la biología molecular. Los estudios científicos defienden cada vez más la importancia de estas conexiones entre los sistemas del organismo de cara a los procesos de enfermedad, de salud y de rendimiento humano. Y la clave parece estar en la cantidad de recursos energéticos de los que dispone el cuerpo.
Entonces, el objetivo principal de la PNI clínica sería mejorar el estilo de vida de las personas, algo que ya llevamos mucho tiempo oyendo, pero sin hacer mucho caso a veces. A continuación, explicamos esto yéndonos 60.000 años atrás: Si miramos hacia el pasado, donde no existía la cantidad de recursos energéticos que tenemos hoy en día, nos preguntaremos,¿cómo hizo el ser humano para sobrevivir y evolucionar? Pues a través de una eficacísima gestión de los recursos energéticos de los que disponía, asignándolos preferentemente hacia los órganos más importantes para la supervivencia: el cerebro, con su capacidad de toma de decisiones para la supervivencia) y el sistema inmunitario, con su capacidad para defender al cuerpo de infecciones que en aquellos tiempos les causarían la muerte.
No obstante, algunos se quedarían con dudas… a pesar del buen reparto de energía corporal a estos dos potentes centros, el problema de los bajos recursos energéticos en el medio seguía existiendo… ¿cómo era entonces posible que ambos sistemas recibieran energía suficiente? Aquí entran en juego el papel de los ritmos biológicos, más concretamente los circadianos, en el reparto de energía corporal: El ritmo biológico es la variación regular de una función biológica en el curso del tiempo. La vida es un movimiento permanente. Si nos fijamos en cualquier momento, veremos que la naturaleza no es estática; al contrario, fluctúa siempre y lo hace con distintos ritmos: los ciclos de las estaciones del año, los ciclos lunares, los ciclos diarios de luz – oscuridad, las marea…
Los ritmos del ambiente influyen sobre la actividad de los organismos, por lo que podemos hablar de los biorritmos como una forma de adaptar la conducta y funciones del organismo a este medio ambiente cambiante y cíclico. Los más estudiados son los ritmos circadianos (del latín circa, que significa ‘alrededor de’ y dies, que significa ‘día’) que siguen un ciclo diario, y que responden, principalmente, a la luz y la oscuridad. Prácticamente todos los seres vivos reconocen ritmos de actividad y reposo. En el hombre la alternancia diaria de sueño y vigilia se acompaña de numerosos ritmos en la función neural y endocrina, con variaciones diarias en la temperatura corporal, en las frecuencias respiratoria y cardíaca, y en la presión y composición de la sangre, así como en otras varias funciones corporales. El “reloj biológico” responsable de esto es el Núcleo Supraquiasmático (NSQ), una estructura neuronal ubicada en el hipotálamo que regula la expresión rítmica del sistema circadiano a través del sistema endocrino y el sistema nervioso autónomo, que cambian en función de la hora del día.
Hoy en día, las presiones cotidianas o simplemente nuestros hábitos nos llevan a no respetar los biorritmos, afectando con esto nuestro rendimiento. Dormir poco o a deshoras, comer productos en lugar de alimentos reales, mantener nuestros cuerpos inmovilizados, vivir en un estado de alarma constante por cosas que tenemos que hacer o no hemos hecho, el ruido… estas pequeñas cosas que podemos englobar debajo del título “estrés” afectan a la capacidad de impulso energético cerebral y la reparación del organismo, haciéndonos en muchos casos más propensos al desarrollo de enfermedades. Y es que no sólo se ve afectado el sistema inmunológico; otros estudios han mostrado que el sistema gastrointestinal, el respiratorio, el cardiovascular, por nombrar algunos, están modulados por factores psicosociales de estrés. Como conclusión, ¿de qué manera podemos cuidar nuestro organismo, a pesar de la cantidad de cosas importantísimas e imprescindibles que tenemos que hacer en nuestro día a día? ¿cómo optimizar al máximo nuestro rendimiento a pesar de todos los factores cotidianos que nos afectan? ¿cómo obtener mayores cantidades de energía para afrontar el estrés?
En resumen: el conocimiento y seguimiento de nuestros biorritmos nos proporcionará una mayor disponibilidad de energía, de la que el cerebro y el sistema inmune se servirán para mantener el organismo sano y funcionando al máximo rendimiento.
BIBLIOGRAFÍA:
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