Todos queremos ser felices. Tener una vida plena. No sabemos muy bien ni definir qué es la felicidad pero tenemos un vago concepto proveniente de la cultura, del cine, la literatura o de la música, una intuición y un anhelo. El problema que se plantea es si estamos dispuestos a movernos, a esforzarnos por conseguir algo parecido a la felicidad. La felicidad (si es que existe un estado subjetivo y duradero que podamos llamar así), no cae llovida del cielo. La felicidad es una búsqueda.
La felicidad es un concepto demasiado abstracto para operativizarlo. Y para perseguirlo. La mayor parte de las veces, nos equivocaremos si lo ponemos en algo externo, como si ser feliz fuera cuestión de que me pasase algo llegado de fuera, como si la vida fuera una especie de agente externo que nos enviara cosas felices o desgracias.
Yo empezaría más que por definir el concepto por bajar a la arena de operativizarlo . Para ser un poco más “feliz”, un buen primer paso es renunciar a una felicidad plena . A algo (o alguien) que me colme y que sea mantenido en el tiempo. Las emociones positivas con el paso del tiempo decaen. Nos alegramos mucho si conseguimos el trabajo que anhelamos, pero en pocas semanas es posible que lo integremos como algo ya normal. Vivimos en una nube cuando nos enamoramos, pero el enamoramiento también decae para pasar a fases más maduras y de menor idealización. Una cosa importante a entender es que la felicidad siempre va a ser algo parcial, no total, envolvente, absoluta, plena y de por vida. Momentos . Momentos de bienestar, de “estar contento”, forman una vida que merece la pena ser vivida.
Una segunda cosa importante, entendamos la felicidad como un cajón que tiene que ver con cosas concretas: tener proyectos interesantes, relacionarme con gente a la que quiero, disfrutar de actividades que me interesen y me den placer, cuidar y cuidarme, dar y recibir . En todas estas pequeñas variables, puedo esforzarme o por el contrario dejarlas ir. La felicidad no tiene que ver con la comodidad, si no con el movimiento. El movimiento hacia lo que deseo, hacia el placer y el bienestar ¿Puedo moverme hacia las personas que quiero y disfrutar de su compañía? ¿Puedo planear cosas que me hagan disfrutar? Ése es el camino.
La felicidad tiene que ver también con una aceptación . Aceptación de lo que uno es, de nuestros límites y de ciertos sufrimientos y heridas que son inherentes al vivir. Una vida feliz no es una vida sin sufrimiento. No hace falta ser campeones de nada. No lo somos ni falta que hace. Poder aceptarme como imperfecto, pero en crecimiento es una manera de sortear ciertas trampas que la sociedad y la vida pone en nuestro camino. La culpa, la exigencia, el perfeccionismo, la envidia, el consumismo. La felicidad es un camino de crecimiento . Déjate en paz. Un rato. El mundo sigue girando.Pero aceptarnos como limitados, no significa renunciar a ir más allá de lo que uno es. A aprender, a mejorar, a crecer . Permítete aprender. Y también crear cosas nuevas, desarrollarte. La felicidad seguramente tiene que ver con abrir el mundo, descubrir cosas nuevas en él. La felicidad es aprendizaje y creatividad . Como en los versos de W. Whitman, “¿cuál es tu papel en este mundo?” tan necio a veces, tan imperfecto. Tan lleno de dolor. “Respuesta: que la vida es un poderoso drama, y tú puedes contribuir con un verso”. Ni más ni menos. Hagas lo que hagas, contribuyes a la rueda de la vida. Cuál será tu verso.
¿Sabías que se han creado índices como la Felicidad Nacional Bruta (FNB) o la Felicidad Interna Bruta (FIB) que intentan evaluar el bienestar y la felicidad de las poblaciones?
En esos índices, los países cuyos ciudadanos se consideran más felices no suelen ser del llamado primer mundo. Costa Rica, Vietnam y Colombia están a la cabeza según los datos de la evaluación de 2013. España ocupa el lugar 62.