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Adicción al “vapeo”. Qué es el vapeo y su peligrosidad

Woman smoking with electronic cigarette

Los cigarrillos electrónicos son cada vez más un hábito entre los españoles. Amparados en una industria floreciente y un mercado en expansión. Sin embargo son numerosísimos los artículos en prensa y en revistas científicas que señalan incipientes estudios que alertan sobre los efectos adversos para la salud de estos dispositivos.

Woman smoking with electronic cigarette

Con una legislación todavía naciente, cambiante y ambigua. Y a medio camino entre ser un producto de carácter medicinal que ayuda a dejar de fumar, y ser un producto derivado del tabaco, y por tanto sujeto a restricciones y advertencias, empiezan a llegar noticias sobre el lado oscuro de “vapear” (fumar cigarrillos de vapor), y que remarcan que no es inocuo y puede tener consecuencias negativas para la salud.

En este sentido es importante saber lo que dicen al respecto las autoridades sanitarias. Ni la Organización Mundial de la Salud (OMS) ni la Agencia Americana del Medicamente (FDA, siglas en inglés) conciben el cigarrillo electrónico como algo terapéutico ni medicinal. Muy al contrario la FDA ya publicó en 2009 un estudio sobre los componentes dañinos para la salud que poseen estos cigarrillos. Son múltiples los testimonios de médicos, psicólogos clínicos y demás profesiones sanitarias en esta línea y es imposible recogerlas todas. Sin embargo puede ser interesante tener en cuenta algunas de ellas.

Desde el ámbito de la Salud Pública, Agustín Montes, profesor titular de Medicina Preventiva y Salud Pública de la Facultad de Medicina de la Universidad de Santiago desaconseja usar dispositivos de este tipo como son los cigarrillos electrónicos para dejar de fumar y advierte del contenido en nicotina, y otras sustancias como etilenglicol, alquitrán, metales pesados y en realidad la mayor parte de sustancias tóxicas que componen en el tabaco convencional, en cantidades menores.

Desde el ámbito de la Psicología y como señala Elisardo Becoña, Psicólogo Clínico de la Unidad de Tabaquismo de la Facultad de Psicología de la USC, los cigarrillos electrónicos no son válidos ni eficaces para dejar de fumar, por el contenido en nicotina que tienen. Y esto hace que se siga manteniendo la dependencia. Este hecho, que siga existiendo dependencia hace dudoso que los cigarrillos electrónicos sirvan para dejar de fumar. De hecho se está popularizando lo que se viene denominando el consumo dual. Consistente en seguir consumiendo tabaco, y a la vez, fumar en otros momentos cigarrillos electrónicos como manera de saltarse restricciones y lugares en los que existe prohibición para fumar (restaurantes, cines, teatros, etc). Para Esteve Fernández, Vicepresidente de la Sociedad Española de Epidemiología, la gran trampa existente relacionada con el consumo de cigarrillos electrónicos es que dos de cada tres consumidores continúan fumando. Atrapados en este consumo dual.

Otro importante aspecto a tener en cuenta cuando se habla del consumo de cigarrillos electrónicos, es que invierte el camino que la sociedad lleva en los últimos años de restricciones al mundo del tabaco, y sacando su hábito de la publicidad, restringiendo su consumo en lugares públicos, bares, etc. El cigarrillo electrónico implica de por sí una auténtica resocialización del consumo de nicotina. Reintroducirla en la sociedad, en los hábitos y la vida de la gente. Va en contra del avance y la línea establecida que se viene implementando en la lucha contra el tabaquismo. Si bien desde los sectores con intereses y favorables al cigarrillo electrónico se mantiene la idea de que es una reducción del contenido de nicotina, y por tanto un método para luchar contra el tabaquismo, la Organización Mundial de la Salud (OMS) señala claramente que solamente el 1% de los que “vapean” consiguen efectivamente dejar de fumar.

Un reciente trabajo en la Universidad de California en San Francisco, estudió la relación entre el uso de cigarrillos electrónicos y cigarrillos convencionales en jóvenes y adolescentes en EEUU. La conclusión a la que llegan es clara en el sentido de que los que utilizaban los cigarrillos electrónicos tenían más probabilidades de fumar cigarrillos normales y menos probabilidad de dejar de fumar. Entendiendo el uso de cigarrillos electrónicos como una puerta de entrada al consumo de nicotina en adolescentes norteamericanos, más que como puerta de salida.

También recientemente, se ha producido el primer caso documentado en España por neumonía lipoidea, asociada al uso de cigarrillo electrónico. Dadas las advertencias de las autoridades sanitarias, y teniendo en cuenta lo anteriormente dicho, en especial que el cigarrillo electrónico puede llevar a un consumo dual, y en cualquier caso sigue manteniendo una dependencia, aunque son todavía pocos los años de rodaje de estos dispositivos, es fácil pensar que acabarán llegando a la consulta del psicólogo, en breve, personas que quieran recibir ayuda para dejar el uso del cigarrillo electrónico. En los próximos años con el uso masivo de estos dispositivos, es bastante probable que empiecen a surgir problemas de índole físico y psíquico. Como ya está empezando a ocurrir. En ese sentido es importante que los clínicos estén preparados y dispongan de herramientas para proporcionar esa ayuda.

Un aspecto a resaltar es la dificultad que puede llevar a la persona a parapetarse en el consumo del cigarrillo electrónico, y negar que esto le suponga una adicción. Esto retrasará o impedirá que la persona pida ayuda. La desinformación, dado el debate existente y que es fácil encontrar información interesada sobre las bondades de estos productos, juega a favor de la confusión.

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